Cartero escritor.

Otro día enclaustrado en casa. Cuando observo el anochecer, pienso y deseo cuando va acabar esta maldita pandemia. A lo lejos miro como la cebada ha crecido en estos días, sin poder contemplar la belleza de esta primavera. ¡Qué le vamos hacer…! Lo importante es superar todos unidos esta crisis. Por lo menos los niños han tenido la posibilidad de respirar, saltar, jugar y reír de nuevo en la calle. No sé si pronto tendremos una vacuna que nos inmunice del dichoso bicho, que desgraciadamente ha sido letal para muchos ciudadanos en nuestro país. Seguramente al final de todo esto, sacaremos algunas conclusiones, que sin duda nos dará una lección. Como puede ser la solidaridad. Al final se acabará y todos podremos disfrutar de cosas que, antes no le dábamos tanta importancia. Jacinto Benito Martín. <script data-ad-client="ca-pub-2687716789531082" async src="https://pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js"></script>

Campo charro de toro bravo, y de piaras de cerdo ibérico. Miles de encinas milenarias, viven en nuestras tierras. Campos de fanegas de secano en verano se transforma dorado. Perdices, jabalíes y zorros, comparten la tierra con nosotros. En otoño brota hongos y setas, que alimentan nuestras mesas. Sin ninguna duda en estos campos, encontramos todo lo que soñamos. Autor: Jacinto Benito Martín.©©. <script data-ad-client="ca-pub-2687716789531082" async src="https://pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js"></script>

La banda de música anuncia la salida del Cristo de la Agonía. Muy lentamente avanza el paso para solventar el portón de la Iglesia de Las Úrsulas. El jefe de paso, guía con maestría a los cofrades de carga. La imagen baila al son de la música. Con tan solo una mirada, se puede apreciar el esfuerzo que hay tras ella. Van avanzando y, en una voz unísona gritan “¡viva el Cristo de la Agonía!”. Mucha fe a de ser la que procesan a su Cristo, para qué esa carga tan pesada que portan, se trasforme en pasión. Puedo apreciar como algunos llevan desnudos sus pies que rozan con el frío suelo a cada paso que dan. Cientos de personas se aglutinan para presenciar el transcurrir de todos los cofrades de la Hermandad.  Procesan despacio y de forma ordenada por las calles salmantinas. El aroma a incienso es constante e intenso. Solo asoman unos ojos tras el capirote, pero no hace falta ver nada más para ver el orgullo y satisfacción que sienten. Y no es para menos, pues forman parte de una gran h...